Parece un quirófano de los que llaman híbridos o inteligentes y tiene ruedas, un arco que se desplaza prácticamente en redondo sobre cualquier eje de la mesa de intervenciones, una gran pantalla y múltiples imágenes de gran precisión. Y todo se maneja desde una tableta. El enfermo no se mueve, lo hace Allia 7, que así han bautizado al ingenio robotizado que acaba de incorporar el Hospital San Rafael, el primer centro privado de España en contar con el aparato de última generación de General Electric. «Es una sala vascular intervencionista robotizada inteligente», resume Gonzalo Peña, jefe de cardiología, una de las especialidades que ya ha probado el equipo en cateterismos, ablaciones de arritmias e implantes de TAVI o válvula aórtica, por citar solo algunas de sus utilidades.

«Tiene varias innovaciones importantes, algunas aplicaciones son pioneras en Europa», señala el especialista sobre la moderna tecnología de más de un millón de euros válida para hemodinámica, intervencionismos vasculares e incluso traumatológicos.

«Las salas normales están fijadas al suelo o el techo, lo que nos condiciona a la hora de trabajar porque llevan una serie de raíles y eso nos limita para tomar medidas, para la instalación de equipos auxiliares y los monitores, e incluso en el cumplimiento de los requisitos de asepsia». Frente a ello, Allia 7 «es un robot que se mueve con ruedas, guiado por un sistema láser que nos permite el libre movimiento por toda la sala y realizar un posicionamiento preciso para el procedimiento que queremos realizar, garantizando la máxima seguridad».

Integración de imágenes

Asegura Peña que, pese a la espectacular puesta en escena, «es fácil de usar; estés donde estés, puedes trabajar a tu alrededor. te permite todas las posiciones, cosa que con las salas antiguas no era posible porque estaban fijas». La libertad de movimientos es algo que agradecen y que elude posturas incómodas o dificultades «de las que se quejan a veces los anestesistas, por ejemplo, para intubar».

Pero al margen de la ergonomía, el cardiólogo destaca especialmente la utilidad de un equipo que permite la integración de todos los dispositivos en un único software, fusionando imágenes de TAC y resonancia, o de ecografías intracoronarias, con todos los datos clínicos e incluso con guías, de forma que «trabajas con un navegador en una misma consola, todo desde una tableta, en una sola pantalla tienes todo y puedes acceder a múltiples informaciones de cada caso».

Aunque han realizado ya unos cuarenta procedimientos cardiológicos, señala el experto que otros de los campos en los que el Allia 7 también se aplica es para implantar prótesis vasculares, para intervenciones traumatológicas y también para radiología intervencionista. En este terreno, la solución robotizada aporta además sistemas inteligentes con programas integrados de gestión de la radiación. «En el cateterismo te va diciendo si te vas a pasar, ajusta automáticamente la radiación, es capaz de marcar los límites, es como si fuese un acelerador con limitador», apunta. Es decir, la sala smart no solo personaliza el espacio de trabajo en función del procedimiento a realizar, sino que ofrece virtualidades que «proporcionan seguridad, precisión y eficiencia». Todo eso, además, redunda en la disminución de la radiación y del uso de contrastes y también en una rebaja del tiempo necesario para cada procedimiento, que, al margen de poder simularse previamente, puede testarse al finalizar con un valoración de resultados. «Al final, no tienes que estar pendiente de tantas cosas cuando estás realizando la intervención, porque puedes planificarla antes, una vez dentro sigues los pasos marcados y cuando has terminado, te permite maniobras ágiles para comprobar los resultados con rapidez», sintetiza Gonzalo Peña, que destaca además lo «intuitivo» que resulta su manejo.

JORNADA SOBRE ROBÓTICA E INTELIGENCIA ARTIFICIAL

La compra del Allia 7 se decidió «para dar respuesta a las necesidades que plantea la propia evolución de la cardiología, que nos obliga a ofertar sistemas cada vez más seguros, precisos y eficientes». «Era la mejor opción», recalca Peña acerca de una tecnología que «somos el primer centro privado de España en incorporar y que solo tienen una decena de hospitales públicos». Entre ellos, el Clínic de Barcelona, cuyo jefe de cardiología intervencionista, Manuel Sabaté, le acompañó en la jornada organizada para presentar el nuevo equipo.

Con ellos también estuvieron Julián Pérez-Villacastín, presidente de la Sociedad Española de Cardiología y responsable de la unidad de arritmias del San Rafael, para analizar las aplicaciones de la robótica y la inteligencia artificial.