El glaucoma es una enfermedad que afecta al nervio óptico y provoca una pérdida gradual de la visión. Puede tener diferentes causas, pero la más común se relaciona con un aumento de la presión intraocular, por lo que los tratamientos encaminados a reducir esta presión son muy eficaces para prevenir la pérdida de visión. Una de cada 10 personas con glaucoma acaba perdiendo la visión y la mitad de los que la padecen ni tan siquiera lo saben. El glaucoma se ha convertido en la segunda causa de ceguera en el mundo occidental.
El doctor Emanuel Barberá Loustaunau, oftalmólogo y coordinador médico del Instituto Oftalmológico Quirónsalud A Coruña, comenta: “Por desgracia, la persona que tiene glaucoma solo aprecia esta pérdida cuando la enfermedad está muy avanzada y sin el tratamiento adecuado puede llevar a la ceguera total. La detección temprana mediante revisiones anuales es crucial para prevenir una pérdida irreversible de la visión.”
Según el doctor Barberá, “hay factores genéticos que predisponen a sufrirla. Por ello, es importante, si hay antecedentes familiares, someterse a revisiones periódicas para una detección precoz y frenar así su evolución. Al principio, la visión no disminuye; el ojo no percibe ciertas zonas o detalles del campo visual, pero el cerebro compensa el déficit. Es una enfermedad lenta, que no causa dolor ni ofrece síntomas de pérdida de visión a quien la sufre. Resulta muy difícil de detectar hasta que ya se encuentra en una fase avanzada”.
El glaucoma es una enfermedad que puede afectar a toda la población. Sin embargo, existen determinados factores de riesgo frecuentes que aumentan las probabilidades de desarrollar esta enfermedad, personas con antecedentes familiares, diabéticos con presión intraocular alta, así como miopía o hipermetropía alta y haber recibido en el ojo un trauma severo, entre otros.
El doctor Ramón Cobián, oftalmólogo de la Unidad de Glaucoma del Instituto Oftalmológico Quirónsalud A Coruña, nos explica que “para la detección de esta enfermedad se lleva a cabo una tonometría para medir la medición de la presión ocular. Si se identifica una hipertensión, signo distintivo del glaucoma, o se sospecha de una lesión de la papila óptica, se procede con otras pruebas diagnósticas para determinar la etapa evolutiva de la enfermedad. A partir de ese punto, el médico especialista prescribe un tratamiento para reducir la presión ocular y detener la progresión de la enfermedad”.
Según explica el especialista de la Unidad de Glaucoma del Instituto Oftalmológico Quirónsalud A Coruña, cada paciente requiere un análisis personalizado por parte de los especialistas, que realizan una exploración y pruebas oculares completas, con el fin de proceder al diagnóstico y evaluación de cada caso.
En caso de ser necesario recurrir a la cirugía, indica el experto del Instituto Oftalmológico Quirónsalud A Coruña, actualmente existen técnicas mínimamente invasivas que logran una reducción eficaz y segura de la presión intraocular.
“Los implantes MIGS (Minimally Invasive Glaucoma Surgery) -detalla el Dr. Emanuel Barberá- consisten en una técnica, sencilla, rápida y con una curva de aprendizaje corta y es mínimamente invasiva para el paciente. A partir de la implantación de unos pequeños dispositivos de drenaje, estos implantes permiten controlar la presión intraocular favoreciendo la salida del humor acuoso del ojo a través de tubos que van desde la cámara anterior del ojo hasta el espacio subconjuntival o el espacio supracoroideo, o bien desde la cámara anterior hasta el canal de Schlemm”.
Otra técnica quirúrgica mínimamente invasiva para el tratamiento del glaucoma es la esplenectomía profunda no perforante (EPNP), en la que los cirujanos realizan «una filtración con implante de un dispositivo que pretende favorecer el drenaje del humor acuoso, y, por tanto, controlar la presión intraocular, estabilizándola y evitando fluctuaciones. Se llaman técnicas filtrantes porque lo que hacen es ayudar a ‘filtrar’ el líquido intraocular (humor acuoso) en su flujo de salida del ojo, creando nuevas vías de drenaje de este», explica el doctor Ramón Cobián.